Las aventuras de la mujer Pájaro XI: UNA ESTRATEGIA DIFERENTE

La mujer Pájaro vio acercarse a la enorme criatura, sintió todo su cuerpo temblar cuando fue consciente de que su mayor miedo se hacía realidad ante sus ojos. “Aún es pronto para esto, no estoy preparada para enfrentarme a una hidra” se dijo a sí misma, no esperaba encontrarse con algo así en su primer viaje, y menos en su segunda prueba.

Un nuevo rugido de la bestia despertó algún instinto dormido en su interior y la hizo correr hacia las armas, tomó el hacha y se giró hacia la hidra. El hacha era demasiado pesada para ella, apenas podía levantarla y le era prácticamente imposible maniobrar con ella. Sin embargo sabría que tendría que encontrar un modo de hacerlo.

Ella sabía cómo derrotar a una hidra, había leído sobre los grandes héroes que las habían combatido y conocía la historia de cómo el primero de ellos venció a una. Sabía que a su disposición tenía todo lo que necesitaba, el turbante sobre su boca y nariz l protegería de inhalar el veneno que la criatura desprendía con su aliento, podía prender con el fuego la escoba que serviría de antorcha que le permitiría cauterizar los cuellos de la hidra cuando cortase sus cabezas, pues de cada una que cortase sabía que nacerían dos. Y por último tenía el hacha, que sería el arma con la que atacaría a la hidra.

Había armado su plan y empezaba a creerse capaz de realizarlo cuando la hidra llegó hasta ella. Su tamaño era impresionante, sus garras por si solas tenían la altura de la joven y estaban terriblemente afiladas.

La mujer Pájaro se armó de valor y dio un paso hacia la hidra. Sus seis ojos se fijaron en ella y apenas percibió un movimiento por el rabillo del ojo antes de recibir el primer golpe.

La garras de la bestia la derribaron al primer impacto, la joven apenas se concedió un segundo para ponerse en pie y se lanzó al ataque decidida, el hacha era muy pesada y maniobrar con ella era difícil para la mujer Pájaro, pero se las apañó para clavarla en el cuello de la hidra, sin embargo eso no fue suficiente, el hacha hizo una incisión entre las escamas del cuello de la cabeza central y se quedó allí encajada. La hidra rugió furiosa y golpeó de nuevo a la mujer Pájaro, esta vez con mucha más fuerza. Acto seguido comenzó a revolverse tratando de quitarse el hacha oxidada de la herida.

La chica estaba tumbada en el suelo, no conseguía respirar y un corte con muy mala pinta que surcaba su abdomen empezaba a sangrar. La joven presionó la herida y se arrastró hasta las armas, allí no había nada que pudiese ayudarla. Se vio reflejada entonces en el espejo. Tenía los brazos y la cara magullados y la sangre corría por el vestido y por las piernas, se sentía derrotada. Sin embargo en aquel reflejo podía verse tan grande en comparación con la Hidra, que tras ella seguía revolviéndose, tan pequeña y lejana en el reflejo.

“Ojalá fuese tan sencillo” se dijo a sí misma, y sus dedos rozaron la superficie cristalina, pero cuando las yemas de sus dedos se posaron sobre el espejo se hundieron en él. Pájaro retiró la mano asustada ante lo que acababa de pasar, pero volvió a posarla creyéndolo una alucinación debida a la herida, sin embargo nada cambió, al tocar la superficie del espejo la atravesó. Intrigada por el funcionamiento de aquel extraño artefacto que ella había confundido con un espejo posó también su rostro, queriendo ver qué había al otro lado.

Se quedó sin aliento al comprobar lo que sucedía. A través del espejo todo era exactamente igual, pero aquello que era grande en su mundo era pequeño en este, todos los tamaños habían sido invertidos por el reflejo. Frente a ella había un dragoncito que apenas le llegaba a las rodillas. La sala era tan reducida que podía tocar la pared opuesta con solo estirar el brazo. El hacha enorme y pesada era aquí un simple palillo y el lápiz se había convertido en una lanza.

Sin embargo y a pesar del tamaño de la Hidra, Pájaro seguía sin estar segura allí. El veneno del aliento de la criatura se concentraba en aquella pequeña sala y el turbante con el que se había protegido era ahora tan solo una pequeña servilleta de papel.

Miró a su alrededor y reparó en lo que en el otro mundo había sido una cuchara, en este era una máscara plateada. Se puso la máscara colocando frente a sus labios la servilleta de papel y tomó con decisión la lanza. Miró a la pequeña Hidra y dudó en atacarla al darse cuenta de que con el nuevo tamaño ya no resultaba amenazadora, sin embargo la criatura la atacó, produciéndole una laceración profunda en la pierna. La mujer Pájaro emitió un alarido de dolor y clavó la lanza en el pecho de la Hidra que se desplomó muerta exhalando un último estertor.

Con miedo de quedar atrapada en este nuevo mundo inverso se agachó hasta el espejo, mucho más pequeño que en su mundo y lo atravesó con dificultad hasta el suyo.

La Hidra estaba inmóvil sobre el suelo muerta, con un pequeño lapicero clavado en el pecho.

El espíritu oscuro volvió a aparecer ante los ojos de la mujer Pájaro. Con un leve toque de su mano las heridas cesaron de sangrar y comenzaron a cicatrizar.hidra II

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